ANDRÉ RICARD
Diseñador. Es responsable de objetos históricos, como la antorcha
olímpica de 1992, pero está igual de orgulloso de sus invisibles
contribuciones a la mejora de la vida cotidiana, como el frasco de
champú que no gotea.
«Recuerdo mi primer ordenador, que era un trasto enorme con unos discos
flexibles. Estaba como un niño con zapatos nuevos. Entonces había que
esperar a que las cosas llegasen a España. Comprar un objeto nuevo era
casi como un noviazgo que durante mucho tiempo no pasaba a más. Ahora
solo hace falta ir a Apple una tarde y comprar el nuevo iPad. Otro día
abres un sobre y descubres que tienes una deuda, pero ya no puedes
devolver el objeto, que encima ya está obsoleto, porque ya hay una
versión mejor. Es un sistema aterrador, que incita a adquirir cosas que
no se necesitan y además no se pueden pagar. Ese desmadre productivo
está agotando los recursos naturales de los que disponemos y compromete
el equilibrio ecológico.
Creo que el gran reto al que nos enfrentamos será pasar de una economía
de producto a una de servicios. Lo que teníamos antes de la crisis ya
era suficiente para vivir mejor de lo que Luis XIV jamás vivió en
Versailles. Pero si analizas, lo que necesitamos para vivir bien no son
más objetos, sino mejores servicios. La sociedad ya se ha lanzado a ello
de una manera salvaje y sin planificar. Todos los nuevos avances, desde
la pizza a domicilio al coaching, están orientados a esa microeconomía que llaman jobbing.
Se trata de gente que acerca el trabajo a las personas y los problemas a
las soluciones. La tarea del diseño será no solamente imaginar qué tipo
de actividades pueden existir, que eso lo puede hacer cualquiera, sino
estructurarlo con eficiencia y economía de medios. En España se nos
reconoce por la creatividad y creo que el país puede hacer esta
transformación apoyándose en sus raíces rurales relativamente recientes.
Hay que buscar pioneros en ese nuevo rumbo. Desde el primer homo
sapiens nuestro objetivo ha sido buscar mayor calidad de vida y eso no
se consigue solo con el consumo. Así que no se trata de reactivarlo,
sino de transformarlo».
Publicado en SMODA suplemento de EL PAIS 19 enero 2013
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