El protagonista de ésta entrada es Neil Harbisson, considerado oficial, legal y gubernamentalmente el primer cyborg de la historia. Empezó a escucharse su nombre en los medios a través de un polémico caso, y es que pese a la ilegalidad que suponía, insistía en aparecer en la fotografía de su pasaporte portando la antena que se muestra en la imagen.
Éste personaje nació con una condición visual llamada acromatopsia, la cual le impedía percibir la gama cromática tal y como nosotros lo hacemos. Debido a éste impedimento, y a su interés por la cibernética durante sus años lectivos, en 2004 crea el modelo más primitivo de la antena que hoy porta y lo caracteriza.
El dispositivo consiste en un sensor óptico que capta las frecuencias de luz de los colores y los traduce en sonido, el cual recibe a través del hueso craneal, en el cual está implantada la antena; de éste modo, pese a seguir viendo en blanco y negro, es capaz de interpretar los colores a través de otro sentido como el del oído. Aunque inicialmente no fuera más que una traducción, poco a poco fue asimilando esta asociación de modo que hoy la realiza como una percepción sensorial totalmente automática e instintiva, según cuenta.
No sólo consiste en una asignación de un color a una nota musical, sino que también es capaz de percibir otros aspectos, como la saturación de dicho color según el volumen.
Gracias a éste dispositivo ha recibido numerosos premios en los últimos años; del mismo modo, ha generado el debate en los colectivos de la bioética, quienes encuentran la manipulación del cuerpo de éste modo una conducta peligrosa e irrespetuosa.
Ésta actitud de rechazo frente la tecnología ya se ha repetido al largo de la historia; frente a ésta percepción de peligro al incluir la cibernética de forma tan contundente, Harbisson defiende lo contrario y, de hecho, nos anima a ello: considerar la tecnología como algo ajeno a nosotros es totalmente erróneo. La tecnología forma parte de nosotros, puesto que la ha creado el hombre, y hacer uso de ella para multiplicar y ampliar nuestras capacidades biológicas ya dadas es incluso una forma de reafirmarnos como individuos.
En base a éste razonamiento, y también con un carácter artístico, crea junto a Moon Ribas la Cyborg Foundation en el año 2010. Ésta se sustenta en tres ideas troncales:
- Defender los derechos de los cyborgs: hoy en día, quien quiera someterse a algún tipo de intervención como la de Neil Harbisson, debe hacerlo fuera de la legalidad.
- Ayudar a la conversión en cyborg a aquellos quienes así lo quieran.
- Difusión del Cyborguismo como movimiento artístico.
Debido a nuestro contexto, centraremos nuestro interés en éste último.
El Cyborguismo, por un lado, puede entenderse como una herramienta en pro de la evolución de los humanos: tal y como Harbisson hace simulando una capacidad que la naturaleza no le ha concedido, se pueden suplir estos “errores” biológicos. Del mismo modo, quizá, queramos augmentar nuestras capacidades ya dadas (como podría ser, por ejemplo, ser capaces de ver en condiciones de poca o nula luz); incluso en base a éste planteamiento, sugieren la creación de “nuevos sentidos” gracias a las herramientas que la tecnología nos ofrece: Moon Ribas, co-creadora de la Cyborg Foundation, tiene el “Sentido Sísmico”: la coreógrafa catalana tiene instalado en su cuerpo un dispositivo que, a tiempo real, vibra cada vez que se produce un movimiento en las placas tectónicas del planeta.
Éste nuevo movimiento abre en el campo del arte muchas puertas, o eso pretende difundir la fundación. Debido a los nuevos sentidos y herramientas, surgen nuevas lecturas y por tanto nuevos lenguajes. En el caso de Neil Harbisson, él ha utilizado ésta traducción de los colores en sonido para generar sus obras.
Un ejemplo son los retratos sonoros, los cuales surgen con la lectura de los rostros haciendo uso del sensor óptico.
El artista cuenta que, a medida que fue acostumbrándose a éste dispositivo, también se fue generando una lectura bidireccional: empezó a asociar algunos sonidos cotidianos, como el timbre del teléfono, a colores. Con éste recurso, tradujo al campo pictórico piezas musicales y discursos, las más conocidas de las obras que produce. En realidad, éstas no son más que la traducción de sonidos en imagen, tal y como llevamos haciendo hace siglos con las partituras, por ejemplo. Sin embargo, en este caso resultan imágenes muy coloristas, abstractas y concéntricas.
"I have a dream", de Martin Luther King:
Fragmentos. A la izquierda, "Fur Elisa" de Beethoven. A la derecha, "La Primavera" de Vivaldi:
En este caso, puede entenderse como obra resultante tanto los dos casos mostrados, como el propio acto performativo que sucede con el uso de este dispositivo, tal y como ha hecho en algun “concierto” en los que crea piezas sonoras en directo y a voluntad haciendo lecturas alternantes de distintos colores.
El caso de Neil Harbisson no es más que un ejemplo de la dictadura tecnológica que hoy sufrimos (y disfrutamos), y que personalmente me sugiere el debate de si en estos casos se hace un uso de la tecnología realmente en pro de la evolución.
Pese a todo, no es esa la duda que surge entre la crítica, ya que por lo visto hoy nadie se plantearía poner en duda la tecnología; ésta se dirige principalmente a cómo se presenta Neil Harbisson y el personaje que ha creado de sí mismo por tal de publicitarse, tal y como ya hemos visto en otros personajes a lo largo de la historia del arte.
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